jueves, 4 de febrero de 2010




Fotomontaje de Ivonne Gamero





Trotamundos, en busca de Tío Sam

El deseo de muchas personas es lograr todas las metas que se han propuestos alcanzar, quizás sea culminar sus estudios o seguir especializándose, tener un buen trabajo, que cubra todas sus expectativas y por último, pero no el menos importante, viajar por todo el mundo.
Son muchas las personas que coinciden con ese deseo. ¡Felicidades a quiénes lo han logrado! Sobre todo, aquellos que conocen los diferentes países y amplían sus conocimientos y los comparten con aquellas personas que están dispuestas a escuchar las experiencias en sus andanzas de trotamundos.
Aunque algunos no han sido asiduos viajeros, ese interés crece a través de los conocimientos previos, y los que se han adquirido. de esas mismas historias, que cuentan quienes ya lo han hecho, o por la lectura que todos estamos habituados a realizar desde que estábamos niños.
Aquellos relatos fascinantes, sobre los dioses del Olimpo, nos motiva a querer conocer Grecia. Aquellas grandes batallas de los gladiadores, nos mueve a conocer Roma. O aquel relato de Las Mil y Una Noches, nos hace querer tener un encuentro con la ahora bélica y peligrosa, pero siempre enigmática, Bagdad, que igual a la bella Sherezada, posterga cada momento, su muerte, como se relata en ese bello cuento milenario.
Es triste darse cuenta que muchos viajeros, caminan sobre las calles de Europa, el Medio Oriente u otros países del mundo, con un solo sueño, aquel que les proporciona el Tío Sam. Muchos circulan frente al Partenón, el Coliseo o de una famosa mezquita, se toman una foto de recuerdo y mientras lo hacen piensa en el hambre que los acoge, dan la vuelta y dejan la historia atrás.
Mientras van en busca de alimento, pasan frente al famoso plato típico de calamar o pulpo en Grecia, o dejan atrás la pasta italiana o al marmaón árabe. Como seres autómatas y buscan desesperados las deliciosas y famosas hamburguesa y gaseosa, placeres que han obtenido gracias a las transnacionales norteamericanas.
No quiero ser injusta con todos los viajeros. Hay quienes aman la historia y lo que ha quedado de ella. Una encuesta que realicé, trataba sobre que preferiría la gente, viajar una semana a Roma con gastos limitados o a Las Vegas por un mes con todo pagado. La verdad que muchos prefirieron la ciudad estadounidense, sobre todo una gran parte de jóvenes adolescentes. Una minoría escogió la ciudad europea, pero el consuelo fue que quienes lo hicieron, no viven sumergidos en el boom del consumismo, más bien ven al mundo como un libro abierto, dispuesto a recorrer sus páginas.
En fin, viajar es una forma de leer la historia en todos los sentidos. Aquella que permite que el mundo sea cada vez más pequeño. Y no por el mercado globalizado, sino por las experiencias similares que comparten todos los pueblos. Eso me mueve a tener otro deseo, además de viajar y es que nos permitamos vivir sin patrones a seguir, más bien disfrutar las oportunidades y gozar de ellas.




Es preocupante el alto porcentaje que prefiere no haber nacido en el país, debido a las diferentes crisis políticas que se han suscitado en los últimos años. Las cuales han traído mucha pobreza por el desempleo, provocando una alarmante desigualdad social.
Existen personas que dicen que les habría gustado ser estadounidenses, otras dicen que quisieran ser de otros países del mundo. Opinión que alarma a muchos, a aquellos que desean mantener con orgullo nuestra identidad nacional.
¡Nicaragüense por gracia de Dios¡ Dice la canción y es que nuestro pedazo de tierra tiene su encanto, de igual forma la gente que lo habita. No dejemos que unos pocos nos hagan perder el amor a este país. Porque según estudios realizados, muchos se avergüenzan de los políticos nacionales. Sin embargo, eso no significa que vamos a rechazar nuestras raíces, debido a un grupo de corruptos que corroen la imagen de la nación en el ámbito internacional.
De los jóvenes depende el futuro de Nicaragua. Si hay corrupción, evitemos caer en ella, si existe mediocridad, tratemos de mirar hacia adelante y luchar por lo que queremos. Reconozcamos que en nuestra historia, han existido grandes hombres que han dejado sus huellas plasmadas. Y que cuando escuchamos hablar de sus legados nos sentimos orgullosos de ellos.
Rubén Darío cita en Caupolicán: "Anduvo, anduvo, anduvo..." Cuando hablaba de aquel valiente cacique, que trataba de consolidarse en su terruño. Desde nuestros ancestros, pequeña era nuestra patria amada, pero muchos grande la soñaban. Pensamiento que inspiró al gran poeta a escribir esa frase célebre. Sigamos su ejemplo, no nos dejemos amedrentar por nada, mucho menos por personas que quieren dañar el honor del país por la lucha continua de obtener el poder.
Si seguimos sintiendo ese deseo de no ser nicaragüenses, nos hacemos daño a nosotros mismos. Porque es un hecho que el pasado no se puede cambiar. No podemos vivir una experiencia de ciencia ficción, al estilo holliwoodense, regresar la historia y mover lo que nos inquieta. La única realidad que podemos moldear es aquella que depende de nuestros esfuerzos, que están soportados por una escala de valores y sostenidos sobre pilares de perseverancia que nos permite ser mejores cada día.


Nicaragua sabe a pinol, huele a barro, suena a marimba. Muchos percibimos claramente esa sensación. Sin embargo para otros, el país sabe a hamburguesa, huele a perfume importado, suena a música pop. Pero quienes tienen esa imagen no tienen culpa, porque ese es el catálogo que les han mostrado desde que eran unos niños.
Si queremos ser positivos, nos podremos dar cuenta que es difícil adaptar nuestros sentidos a lo que realmente somos y pertenecemos, pero no es imposible. Y es evidente que ese cambio lo podemos obtener de la población más joven, ya que son como el barro, aún sin moldear.
Tenemos que reconocer que la globalización es como un alud que ha enterrado nuestra identidad. En los centros comerciales están los diferentes artículos de marcas reconocidas, en su mayoría estadounidenses, que muchos adolescentes desean obtener. Están los filmes del momento, donde al menos en una está el típico héroe, amigo de la humanidad, proveniente y qué casualidad, de un país del norte que mucho mencionamos.
La publicidad está ahí, con todo lo nuevo que ofrecer de los mercados internacionales más poderosos. Y ahí están los padres, prestos a complacer a sus hijos con la moda del momento. Sin embargo algo no ha quedado muy enterrado y es que a pesar de todo, hay muchos ciudadanos que persisten en mantener y recatar las tradiciones.
Aún hay muchos que venden en sus restaurantes el pinol, cocinan en barro el sabroso baho, tocan sobre la marimba la famosa Moralimpia. Se impone la moda de manta, los zapatos de Masaya. En la televisión y la radio, se mira y se escucha al grupo La Nueva Compañía o los hermanos Mejía, cantando temas con nuestra identidad. De igual forma, tenemos un semillero de artistas nacionales que no tienen nada que envidiar a los internacionales.
Si observamos, a pesar de todo se está rescatando lo nuestro. De lo que habíamos enterrado, aún queda barro fresco que podemos moldear con la identidad nicaragüense. Esa arcilla es la nueva generación que podría ir perfilándose con sentimiento nacionalista, porque si se siguen modas internacionales, podemos imponer la nuestra.
Es bueno tener una estatuilla traída de otro país, porque eso enriquece nuestra cultura, pero también lo es tener al par una vasija de Mosonte o una artesanía de Catarina. Está bien tener discos de cantantes internacionales como el grupo black eyed peas o Cold play, pero al par sería excelente tener al dúo Guardabarranco o a Malos Hábitos. Se mira bien la pared con una réplica de Picasso, de igual forma se ve estupendo un lienzo de Patricia Belli.
Todos esos elementos permitirán que las generaciones jóvenes acepten sin prejuicios todo lo que está a su alcance. Que disfruten ir a una discoteca y también de una fiesta al aire libre con música nacional. Que cuando vayan a otros países y escuchen o vean algo nuestro, que haya algo que mueva sus corazones, porque estarán esculpidos con barro nicaragüense.








POEMA NICARAGUENSE
Del poeta Pablo Antonio Cuadra, interpretado por Yolanda Blanco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.